8M: La lucha por la igualdad comienza en casa

La lucha por la igualdad comienza en casa, en tu crianza y en tu propia vida.
Tengo dos hijas mujeres e intento ser consciente de qué les enseño y les muestro con mi vida y con cómo las trato. Y su papá también. A veces nos sale mejor, a veces no tanto. Estamos reeditando lo que recibimos alguna vez.
Las dejo expresarse, las escucho, y tomo en consideración su opinión. Considero sus tiempos, respiro profundo, intento no apurarlas.
Acepto sus enojos y sus lágrimas, y si a veces me cuesta, no sabemos muy bien qué hacer con el enojo y las lágrimas ajenas. A veces les ayudo a pensar qué otra cosa podrían hacer para sentirse mejor o para cambiar eso que las enoja o lastima, luego de cierta descarga. Intento empoderarlas. El lugar de la queja sin acción no trae buenos resultados.

He eliminado con esfuerzo el “dejá de llorar”y el “no te enojes”. Y levanté la voz, de manera amable, en su escuela para explicarles que no estaba bien pedirle que “entre contenta y con sonrisa” si así no lo sentía (todos seguimos aprendiendo).

Intento aceptar sus temperamentos fuertes, sus negociaciones y reclamos (no es fácil).
Después de todo, son muy parecidas a la madre (mi espejo) e intento ofrecerles lo que yo me gané con demasiada protesta tardía. “No apagues su fuego” me digo a veces. Van a necesitarlo!
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Cuando trae situaciones escolares, con sus compañeros o cosas que le pasan, la ayudo a pensar, sin darle tanta respuesta, de qué manera lo podría resolver. “Si vos no le decís al otro lo que querés o no querés, si no te defendés, va a ser difícil que algo cambie” le dije el otro día. Me cuesta no salir a defenderla o intervenir, o darle todas las respuestas, pero necesito que se defienda y piense por sí misma.

En casa me ven trabajar, y el otro día la mayor me preguntó si me gustaba. Ella sabe que me dan dinero a cambio y para qué sirve eso. Pero me preguntó si me gustaba y le dije: sí, me gusta mucho mi trabajo!
En casa la mayoría de las veces cocina papá, y hace las compras y para ellas eso es una normalidad. Yo me ocupo de otras cosas. Aún hay puntos por revisar y ajustar. Seguro!
Y ni que hablar en el resto del mundo.
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Hoy escuchaba en otra cuenta que no hay nada que festejar y entiendo el punto. Hay desigualdades y violencias atroces contra las mujeres y tenemos que seguir luchando.
Pero recuerdo a mis abuelas y siento que avanzamos un montón! Mi hija mayor no entiende por qué antes no votábamos, por qué a la mujer se la trataba diferente, por qué su trabajo era denigrado, por qué no se las tomaba en cuenta. No lo vive aún, y cuando se cruce con algo así, espero que esté preparada para enfrentarlo. Espero estar haciéndolo bien.